Como estudiante de arte y artista a principios de la década de 2000, desarrollé mis habilidades de pintura y descubrí las obras de Jean-Michel Basquiat, un artista afroamericano, descendiente de una madre puertorriqueña y un padre haitiano.
Me sentí atraído por la obra de Basquiat de manera instintiva, aunque era consciente de su muy difícil trasfondo social, racial y cultural, así como de su diverso conocimiento de la historia y de su identidad multilingüe y multidimensional.
En pocas palabras, me atrajo su trabajo y la forma en que reflejaba una comprensión diversa de la cultura popular estadounidense, la historia del arte europeo y las tradiciones afroamericanas.
En este contexto, también me intrigó descubrir que sus influencias afroamericanas a menudo fueron borradas o redefinidas como arte europeo o estadounidense por los marchantes de arte, e incluso por su familia, porque sus obras fueron acogidas por la cultura popular estadounidense en museos y galerías privadas como parte del estilo modernista estadounidense en movimiento.
Sobre todo, para mí, las obras de Basquiat son una exploración de un estilo de pintura "primitivo" poco sofisticado basado en el arte simbólico del subconsciente colectivo de su raza negra, los dibujos rupestres africanos y la arqueología nativa americana.
Tenía curiosidad por saber cómo su sensibilidad artística se inspiró en el arte de los niños y los locos, y resultó en una representación creativa de las personas, la vida de la ciudad y el espacio.
Por eso, debido a mi experiencia en la Diáspora, y como estudioso de las tradiciones Yoruba, encontré la necesidad de mirar las tradiciones angoleñas y africanas en busca de identidad, y en este proceso, me atrajeron las obras de Basquiat porque él estaba haciendo algo similar.
Utilizó el lienzo como medio para rendir respeto a las grandes tradiciones nigerianas y a los guerreros espirituales de los Yoruba, los Orisa Ososi y Ogun como símbolos de identidad.
Además, en sus pinturas, dibujaba y hacía ofrendas constantemente a la tradición espiritual nigeriana "... como celebración y encarnación del poder" (Frohne, 1999, 439).
Las palabras que Basquiat usó en sus pinturas me hicieron analizar de que estaba explorando la tradición y la espiritualidad yoruba como un mecanismo para reinventar su identidad diaspórica en América del Norte.
Esto se expresó en su subtexto como parte de su concepto de "conciencia" de religión y Vudú en la Diáspora y apropiación del espacio en una nueva situación cultural.
Pero surge ahora una pregunta, si muchas de las obras han sido catalogadas como falsas por parte de algunos expertos, incluso por su familia, ¿como conoce el supuesto falsificador, además de la propia idiosincrasia de la Obra de Basquiat, palabras que son secretas y sagradas solo para los iniciados en las religiones afroamericanas dentro del Sacerdocio del Vudú?, es que, él, repito, supuesto falsificador, ¿además de conocer la técnica de Basquiat conoce el lenguaje secreto de los dioses del Vudú Haitiano?
JOSE MANUEL MOSQUERA
“ SAMO como un dios alternativo" y más tarde en SoHo, "SAMO como el fin de la religión del lavado de mentes”, en clara referencia a la religión católica, y la política de ninguna parte y la filosofía falsa ... SAMO como una cláusula de escape ... “SAMO salva a los idiotas”.
Hay una magnífica pieza de Basquiat, que fue pintada sobre el lienzo de una Virgen del S XVIII-XIX, en ella se ve una pulga con cuernos, y coronada, escrito aparece “CARNE DE INFIERNO”.
Que mejor CARNE DE INFIERNO, que aquella que trasgrede la imagen de una Virgen, que pecado más horrendo para un cristiano, que hacer daño a su propia madre, de gran convicción católica, que ser CARNE DE INFIERNO.
¡Que mejor simbolismo que aquel que puede estar oculto a los ojos!, y que mayor maldad que no se interprete correctamente, dando por hecho que sería casi imposible que Basquiat hiciera eso...
Cuando para él, la tradición simbólica, es simplemente apariencia.
Tanto es así, que el color de la obra está llena de rojo, de cuernos, de transgresión en estado puro.
En la obra podemos observar que las dos flechas de Ososi, el vudu, orisa de la caza, y a veces de la justicia, señalan unas rejas que no permiten la salida del propio infierno en el que vive Basquiat.